Relámpagos
como raíces
que parten la tierra
sin llorarla
después.
Dos perlas azules
que inquietan toda nuestra marea
sin cuestionar sus razones,
se mezclan entre la multitud
que salpica en la orilla
acercando espuma
y descubriendo su amanecer.
Aunque nuestros amaneceres
se parecen
pero no son iguales.