jueves

Arthur Tress
Sacarse las ganas
de perseguir un pájaro,
atraparlo,
y volver a soltarlo.

Sacarse las ganas
de vomitar
lo que encerramos,
podrido, bien adentro.

Sacarse las ganas
de ver evaporarse el día,
la noche tupida,
los cantos de cigarras.

Sacarse las ganas
de ser ese cielo
que en cada grito
es tormenta.

Sacarse las ganas
de explotar
y volver a armarnos,
a amarnos.

jueves

¿Cómo puede
impregnarse tanto,
enroscarse
cual víbora siniestra
en el cuello ya mordido,
en los brazos
y las manos,
en la cara toda;
arroparse en el cuerpo,
en la oscuridad,
recorrer la habitación,
escribir sobre cielos,
puentes y mares
en las sábanas,
canciones nunca escuchadas;
volver a arrugarse
para esconderse
en cada hueco
que deja mi cuerpo;
ahí,
siempre viajando
paseando por todos lados
y al mismo tiempo
guardándose en cada rincón,
en las cosas,
en los libros,
en las manos,
en la memoria...
Cómo puede
impregnarse tanto,
dejarse caer,
tararear esa canción
por ahí
bien bajito,
volver a escribir
las sábanas,
acurrucarse de nuevo
en otro huequito,
dejarse caer,
para subir otra vez
y volver a llenarlo todo,
un perfume?
André Kertész

miércoles

Nos extiende la mano, 
nos hace un nudo 
en la garganta,
nos paralizamos.
En la escena 
no parece transcurrir
el tiempo.
La mano extendida,
y unos ojos que no duermen.
 Will McBride

Esbozo de noche
sin estrellas
en una mano,
en la otra
un desierto.

Medio en velas
donde todo se extingue,
donde la noche 
se entreabre como un sexo,
me encuentro
entre la ventana 
transpirada de lluvia
y de todo el calor,
y un vacío enorme
de remota ansiedad
de pelos abatidos
de cuerpos
que se desintegran
en cada paso que dan.
Extorsión de la luna,
selva de nadie.
No necesitamos
más cuentos,
ni metáforas,
ni aviones de papel.
Aquí no hay
ni siquiera 
un poco de tabaco.
Ralph Gibson
Embriagada en un vaso
de quién sabe qué nos pasa,
lo único que escucha es
aquel bandoneón
que ya habla por si solo
que se arranca el mar
por si solo,
sin pensarlo,
besando la noche,
alojado en cielos que habitan
en nuestras cabezas
cautelosamente tomando
todo lo que encuentra a su paso
una estrella,
una piedra,
un copito de nieve,
una mirada tuya.
Elliott Erwitt

A veces
se puede llorar 
de odio,
de alegría.
Pero llorar de amor...

¿A dónde fuimos a parar?