miércoles

El horizonte
eran las ganas
era el vino
la hora justa
el cielo conquistado
espalda donde trepo
icinerando el tiempo
abandonando el silencio
en medio de la noche
que brilla en una pupila
despierta
el horizonte era
mano tendida al suelo
un espejo de duelos
un corazón a contramarcha
un pájaro que ya no respira
una rama caída
en el rincón
donde yo siempre
tenía razón
era la fábula escondida
entre los dientes de león
y tus sábanas 
siempre enfriando los pies
era el abrazo del bosque
la madera encendida
era el charquito
espejando el sol 
cayendo
era llegar 
hasta arriba
arriba del todo
de la última piedra
de todo andar
del último recoveco
del cabo 
del mar
del continente 
nuestro
era llegar 
siempre latiendo
con el viento
adentro
era
amar.
Elliott Erwitt